viernes, 15 de marzo de 2013

Elogio de la creatividad

Hace no mucho hice una capacitación —que al final terminó siendo una especie de charla o conferencia— en donde se me pedía hacer énfasis en la creatividad de los niños y su estímulo como eje motriz en su desarrollo.

Claro que para estas faenas no me considero ningún experto, así que hice todo muy a la antigua. Es decir, tomé notas de numerosos libros sobre el tema, apunté unas cuantas reflexiones personales y escribí un ensayo algo extenso para leerlo durante la capacitación.

Lo titulé, tan parcamente, «Elogio de la creatividad».

Aquí me explayé sobre la formación de las escuelas y cómo estas tienden a reprimir la creatividad en lugar de convertirla en el centro de atención de la pedagogía, entre otras nueces. Tenía que hablar también sobre la importancia de la escritura creativa en los niños. Y aquí, mientras escribía el ensayo, ya pasadas las cuatro de la madrugada, tomando bebidas heladas para contrarrestar el calor, me desvié del tema y me puse a reflexionar sobre este tipo de escritura, este nuevo movimiento de talleres literarios que prometen convertir en escritores a quienes tienen el germen de serlo. 

La pregunta nunca antes formulada por mí me la dio una página que encontré mientras navegaba y era que, tras la afirmación de si una persona puede aprender a escribir, ¿se le puede, en verdad, enseñar a escribir?

La pregunta es harto compleja. Si bien existe gente con una vocación literaria muy fuerte (con verdaderos intereses literarios; vale decir, un compromiso con la literatura), ¿se les puede brindar recetas sobre el estilo y la disciplina, que a las finales resultan siendo habilidades tan personales y subjetivas? ¿Se puede «enseñar» eso?

Imagen tomada de este blog.

El interesante artículo que encontré responde a dicha interrogante y, además, es tan esclarecedor. Se los dejo para quienes quieran disfrutarlo.

Talleres literarios: se puede aprender a escribir, ¿pero se puede enseñar a escribir?

Por: Carlos Quirós

Los escritores deben de ser el gremio con más autodidactas por kilómetro cuadrado. Leer a los clásicos, escribir mucho y borrar casi todo ha sido, durante siglos, lo más parecido a una receta a seguir para quienes se acercaban al papel con pretensión literaria. Ahora, además de escritores que crean escuela, el aprendiz cuenta con escuelas que crean escritores. Todos aquellos que no terminen de confiar en su intuición como narradores, necesiten disciplina o asimilar las técnicas tienen a su disposición diversos talleres donde aprender a dirigir las cinceladas del bolígrafo.

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