lunes, 25 de mayo de 2015

El desierto y su semilla


—Señor Mario, hay un pequeño inconveniente. Por un descuido, del cual me hago completamente responsable, la piel del brazo que se empleó para reconstruir el párpado derecho se aplicó incorrectamente.
—No me parece así mal.
—Se empleó piel del brazo, y la epidermis quedó del lado interior, en contacto con el ojo.
—¿Eso es malo?
—No, no tendría nada de malo, si no fuese porque no advertimos unos folículos activos. Ahora los vellos están creciendo del lado interno del párpado y, por supuesto, irritan el globo del ojo. Molestan terriblemente a su madre.
—Entonces, ¿quieren reconstruir todo el párpado otra vez?
—Lo hemos consultado con su madre y estamos de acuerdo en que por ahora dejaremos las cosas así. Más adelante veremos. Se podría usar electricidad, pero es un tratamiento muy largo. Eso se haría cuando ustedes regresen a su país. Si la depilación eléctrica no diese resultado, entonces sí, se reconstruiría, pero por ahora todo lo que hace falta es, cada diez o quince días, dar vuelta el párpado con la mano, y con una pinza arrancar los pelitos que empiezan a nacer.

BIZA BARON, JORGE. El desierto y su semilla. Madrid: 451 editores, 2007.

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