domingo, 25 de octubre de 2015

Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones


Frank bajó las escaleras. No le gustaban los ascensores.
Había muchas cosas que no le gustaban. Detestaba menos las escaleras de lo que detestaba los ascensores.
El empleado de recepción le llamó:
—¡Señor Evans! ¿Quiere venir un momento, por favor?
Asociaba la cara del empleado de recepción con un plato de gachas de maíz. Era todo lo que Frank podía hacer para no pegarle. El empleado de recepción miró a ver si había alguien en el vestíbulo, luego se acercó a él, inclinándose.
—Hemos estado observándole, señor Evans.
El empleado volvió a mirar hacia el vestíbulo, vio que no había nadie cerca, luego se aproximó de nuevo.
—Señor Evans, hemos estado observándole y creemos que está usted perdiendo el juicio.
El empleado se echó entonces hacia atrás y miró a Frank cara a cara.
—Tengo ganas de ir al cine —dijo Frank—. ¿Sabe dónde ponen una buena película en esta ciudad?
—No nos desviemos del asunto, señor Evans.
—De acuerdo, estoy perdiendo el juicio. ¿Algo más?
—Queremos ayudarle, señor Evans. Creo que hemos encontrado un trozo de su juicio, ¿le gustaría recuperarlo?
—De acuerdo, devuélvame ese trozo de mi juicio.
El empleado buscó debajo del mostrador y sacó algo envuelto en celofán.
—Aquí tiene, señor Evans.
—Gracias.
Frank lo metió en el bolsillo de la chaqueta y salió.  (...)

BUKOWSKI, Charles. Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones. Barcelona: Anagrama, 2012.

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